Desde el primer día que nos sentamos a hablar con José Manuel y los directores, sabíamos que no queríamos estereotipos de la época en la que transcurre la serie. Había que hacerlo real, carismático y atractivo para todas las generaciones. Tanto para las que la habían vivido, cómo para las que no.
Nos empapamos de las imágenes de la época, con personajes como Lady Di, Kate Moss, personajes públicos españoles cómo jugadores de fútbol, cantantes, actrices… y algunos documentales de barrios de Madrid de finales de los 80.
Quise usar prendas icónicas de los 90, que diferenciaban a cada uno de los personajes, y sus entornos. Así que tuvimos que confeccionar algunas, con claras referencias a diseños reales, y otras de diseño propio, según los requisitos de las secuencias.
La pasión y ganas con las que comienzo los proyectos me hicieron pensar que la década de los 90 sería fácil de evocar, ya que la viví a una edad similar a la de los protagonistas. Error. Es tan ecléctica que comienzas a pensar que casi todo vale. De lejos es una mezcla de todos los colores: color “panza burra” lo llamábamos en pintura escenográfica (parecido al que usa el ayuntamiento para tapar las pintadas en la ciudad).
Acordamos con los directores y con los responsables de fotografía ser lo más fieles posibles en los primeros términos, anclamos la época con marcas, colores y estampados por parte de vestuario, y atrezo de mano que evocaba esos años mediante publicaciones de cómics, revistas, cervezas, juegos de entretenimiento etc. La propuesta planteaba ser más “simbólicos con los fondos”, centrarnos en el valor dramático de los espacios, y apoyarlos en materiales como el pavés, recursos de la época como las portadas de revistas con modelos, las primeras colaboraciones de las estrellas de la televisión con marcas comerciales, las zapatillas de deporte personalizadas.