Había que salir de la zona de confort, había que arriesgar, había que empezar de nuevo. Pero no de cero: pudimos reunir casi a la totalidad del equipo que estuvo en la primera y además nos permitía añadir algunas excelentes nuevas incorporaciones.
Al frente de la dirección, de nuevo, los magníficos David Ulloa y Rafa Montesinos. En guion repetía, esta vez al frente de todo, David Moreno al que acompañaban Raúl López Matesanz, Diego Sotelo y Andres Koppel. En producción ejecutiva me acompañaba Miguel Lorenzo y añadimos en dirección de producción a Álex Miyata. David Omedes al frente de la fotografía (sin él no podríamos hacerla) al que acompañan Diego Moyano de gaffer y Ramón de steady y primer cámara. Incorporamos en coordinación de dirección a Marta Sabell y repetían Anna Pons en vestuario y Yuri Ramírez en maquillaje y peluquería. Y cómo no: Uxua Castelló como nuestra directora de arte.
Repetíamos casting, con el gran Álex García al frente y añadíamos nuevas y sorprendentes incorporaciones, algunas del otro lado del Atlántico.
Pero había que hacer algo más.
Si en la primera temporada narrábamos el ascenso desde los más bajos fondos de “El Inmortal“ y su banda, en la segunda teníamos la responsabilidad de contar que lo difícil, no solo era alcanzar la cima, lo difícil es mantenerse en ella. Ahí la fiesta juvenil pierde sentido y las traiciones, las ejecuciones, las diferencias y la necesidad de no perderlo todo se hacen presentes y acuciantes.
Así que teníamos que tomar muchas decisiones que acompañaran el relato. Los guiones tendrían que ser más trepidantes, la dirección tenía que ser diferente y arriesgada. La fotografía y los encuadres también. La cámara se suavizaba y cambia la paleta de colores con respeto a la primera temporada. Las localizaciones tenían que ser espectaculares y el vestuario, peluquería y arte tendrían que aportar novedades. Y como no, los actores y sus interpretaciones tenían que evolucionar. Nada era igual, para que todo fuera lo mismo. El sueño era no repetirse: el sueño era arriesgar y avanzar.
Mi sensación personal, y perdonen la falta de modestia, es que lo hemos logrado. El Inmortal T2 es más grande, más intensa, más vertiginosa y más arriesgada que la primera temporada.
Todo eso ha sido posible gracias a la entrega, el entusiasmo, la complicidad, el compañerismo, el respeto ente todos, la camaradería, las ganas de divertirse rodando de nuevo, la ausencia de conformismo y la encomiable actitud que todos y cada una de las personas que han participado y me han acompañado en esta aventura. A todos y cada uno de ellos, mi más sincera y eterna gratitud.